sábado, 5 de mayo de 2012

Mi Marca Perú

Resulta más llevadero blandir la pluma mimetizado en el antifaz del Portador. Publicar como autor, sin la máscara y el fottus, supone un esfuerzo calamitoso, especialmente cuando no es Dave Lang ni el portador Saintus quien entra en acción con mis palabras. Alojar mi opinión en una bitácora, y esperar que esta obre como un altavoz semeja, acaso, una ilusión narcicista. Sin embargo, la egolatría navega muy lejos de mis costas mientras escribo. 
A fin de cuentas, un escritor no es otra cosa que un comunicador. Uno de vocación. Más allá de sus ficciones, de su género y de su talante, es un comunicador social. Y como tal, debe atender ciertas responsabilidades con la sociedad. Con su sociedad. Y aquí, yo responderé como uno.


Hablamos de Perú. Hablamos de una Marca Perú. Hablamos de un Perú turístico, de un Perú gastronómico, de un Perú de exportación. Pero, ¿cuánto de nuestro Perú es realmente nuestro? ¿Cuánto de nuestro Perú conocemos a conciencia? ¿Cuánto de nuestro Perú nos hace sentir identificados?  


En esta bitácora trataré temas candentes que salpimentan la realidad peruana. Sucesos que merecen una mirada, ya sea porque sobrecogen las primeras planas o porque generan, a la postrer, un cántico de grillos. Y procuraremos determinar si estas situaciones pueden conformar eso que llamamos "Marca Perú". En otras palabras, si estos acontecimientos, depurados de sensacionalismo, dan cuenta del auténtico modus vivendi de nuestra nación.        

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